martes, 10 de mayo de 2016

La Universidad de Alicante y la elección de su rector: punto y seguido - La Universitat d'Alacant i l'elecció del seu rector: punt i seguit

    Salvador Jiménez


    Cada cuatro años la universidad elige a su rector. Y con el rector, a un equipo de gobierno. Y con todos ellos un conjunto de ideas, propuestas, proyectos, planteamientos críticos, intenciones y expectativas. Si, además, se presenta a las elecciones quien ya ha sido rector durante el período inmediatamente anterior, se valora también, como es natural, la gestión realizada, es decir, lo que se ha hecho, lo que no se ha hecho, lo que se ha intentado y –muy importante en un ámbito donde la información circula mucho y casi todos conocen a uno o varios miembros del equipo de gobierno- el cómo se ha hecho o cómo se ha intentado hacer, es decir, las formas, el estilo. Todo junto.

    Pues bien, la Universidad de Alicante ha celebrado elecciones a rector y ha reelegido a Manuel Palomar. Enhorabuena al profesor Palomar y a su equipo. Y mucha suerte y acierto, porque les espera mucho trabajo y no pocas decisiones difíciles.  Quizás no resulte inútil aprovechar la ocasión para reflexionar un poco sobre estas elecciones y sobre el momento que vive la Universidad. 

   Que por primera vez haya habido un solo candidato a rector no ha sido, seguramente, una suerte para él, que ha salido airoso de la ocasión. La falta de alternativas hace desaparecer tanto la incertidumbre como la conveniencia de elegir entre diversas opciones la que resulte más simpática o menos antipática a cada votante. Tiene el efecto de poner en primerísimo lugar la gestión realizada por el candidato y su equipo durante el mandato que concluye. Puede bastar la disconformidad con tal o cual decisión para que un votante decida abstenerse, con la tranquilidad de saber que su abstención no tendrá efectos prácticos. Es decir, que cuando no hay más que un candidato, sus principales adversarios son él mismo y el desinterés que deriva de la ausencia del factor competitivo. Teniendo en cuenta todo esto, cabe valorar favorablemente los resultados de Manuel Palomar en conjunto, especialmente los obtenidos en los diversos colectivos en que se organiza el personal docente e investigador, no tanto los correspondientes al personal de administración y servicios (acaso porque algunas reformas esperadas en este ámbito se han aplazado), y los también buenos resultados en el colectivo de estudiantes (aunque con la grandísima abstención que es habitual en este fundamental sector de la universidad).

   Pero lo importante no es todo esto, sino cuál es la situación de la universidad, qué problemas ha de afrontar y cómo hacerlo para ganar calidad y prestigio ofreciendo mejor enseñanza, mejor investigación y mejores servicios. Estas cuestiones son la cuestión.   

  El primer objetivo probablemente debe ser aumentar el nivel de preparación que obtienen los estudiantes, porque esto les resultará útil durante toda su vida y repercutirá en bien de toda la sociedad. Para ello sería muy conveniente que los propios estudiantes se responsabilizaran e implicaran en mayor medida en lo que hace la universidad, y que aumentaran su nivel de exigencia y de autoexigencia. A ese objetivo se refiere el primero de los planteamientos del programa electoral del candidato electo. Orientación al estudiante, mejora de los contenidos y capacidades a obtener de sus estudios, prácticas, cambios metodológicos en la enseñanza y aprendizaje, aprender durante toda la vida. No son meros tópicos. Son cuestiones fundamentales y cada una de ellas es difícil. No se avanzará en ellas sólo con la actuación de los integrantes del equipo directivo de la universidad, aunque deberán indudablemente hacer cosas al respecto; serán decisivas también la actitud de toda la comunidad universitaria, las políticas generales y las exigencias y prioridades de la sociedad en que vivimos.

  Entre las cuestiones que afectan al personal docente e investigador podemos mencionar, por su importancia estructural, la renovación de la plantilla, mermada durante años por la salida de personal altamente cualificado y experimentado (sobre todo por jubilación), debiendo ofrecerse las necesarias oportunidades de promoción y estabilización a quienes llevan años formándose como docentes e investigadores. No es un problema específico de la Universidad de Alicante, aunque en ella tenga sus particularidades, pero ha de afrontarse tanto en los ámbitos generales como desde los órganos de gobierno universitarios. Ha de mejorarse la plantilla progresivamente para atender a las necesidades actuales y futuras de la docencia y de la investigación. Hay que estudiar, reconocer y redefinir las obligaciones del profesorado (aspecto relacionado con un prometido plan de dedicación docente, investigadora y de gestión). Deben simplificarse los procedimientos burocráticos o de gestión atribuidos a los docentes y facilitarles la dedicación a lo que para ellos es fundamental, que son precisamente las dos funciones atribuidas a las universidades: la docencia y la investigación. Hay que ordenar y mejorar la situación del personal docente con vínculo laboral (parte sustancial desde hace años de la estructura de personal docente) y del personal específicamente investigador, cada vez más importante; a estas alturas estos dos colectivos carecen todavía de la imprescindible cobertura de un convenio colectivo.

  En materia de personal de administración y servicios es preciso motivar y reconocer el trabajo de este personal, algo muy necesario en una universidad moderna y con serias aspiraciones en materia de calidad, con una estructura organizativa compleja y necesitada permanentemente de cambios que permitan ofrecer diversos y actualizados servicios a sus estudiantes y a la sociedad. Es preciso avanzar en la profesionalización de la gestión universitaria de modo que se garantice la calidad y la adecuada cantidad de tales servicios y del apoyo técnico y de gestión que requiere la docencia y la investigación. Es preciso revisar, racionalizar y adecuar los procedimientos, la organización y sus puestos de trabajo, reconocer las funciones que se realizan, las necesidades de los servicios o unidades, tener en cuenta los cambios ya sucedidos y afrontar con previsión los que vienen. 

  Las elecciones a rector han dado ocasión para volver a pensar y debatir sobre las necesidades, problemas y aspiraciones de la universidad. Pero el espíritu crítico y la vocación de mejora han de ser permanentes. Sea la ocasión, por tanto, episodio de una historia que debe continuar sin caer en la complacencia ni en el pesimismo. 




     Cada quatre anys la universitat tria el seu rector. I amb el rector, un equip de govern. I amb tots ells un conjunt d'idees, propostes, projectes, plantejaments crítics, intencions i expectatives. Si, a més, es presenta a les eleccions qui ja ha sigut rector durant el període immediatament anterior, es valora també, com és natural, la gestió realitzada, és a dir, allò que s'ha fet, allò que no s'ha fet, allò que s'ha intentat i –molt important en un àmbit on la informació circula molt i quasi tots coneixen un o diversos membres de l'equip de govern- el com s'ha fet o com s'ha intentat fer, és a dir, les formes, l'estil. Tot junt.

  Doncs bé, la Universitat d'Alacant ha celebrat eleccions a rector i ha reelegit Manuel Palomar. Enhorabona al professor Palomar i al seu equip. I molta sort i encert, perquè els espera molt de treball i moltes decisions difícils. Potser no resultarà inútil aprofitar l'ocasió per a reflexionar una mica sobre aquestes eleccions i sobre el moment que viu la Universitat.

   Que per primera vegada hi haja hagut un sol candidat a rector no ha sigut segurament una sort per al candidat, que ha eixit airós de l'ocasió. La falta d'alternatives fa desaparèixer tant la incertesa com la conveniència de triar entre diverses opcions la que resulte més simpàtica o menys antipàtica a cada votant. Té l'efecte de posar en primeríssim lloc la gestió realitzada pel candidat i el seu equip durant el mandat que conclou. Pot ser suficient la disconformitat amb una decisió perquè un votant decidisca abstenir-se, amb la tranquil·litat de saber que la seua abstenció no tindrà efectes pràctics. És a dir, que quan no hi ha més que un candidat, els seus principals adversaris són ell mateix i el desinterès que deriva de l'absència del factor competitiu. Tenint en compte tot açò, cal valorar favorablement els resultats de Manuel Palomar en conjunt, especialment els obtinguts en els diversos col·lectius en què s'organitza el personal docent i investigador, no tant els corresponents al personal d'administració i serveis (potser perquè les reformes esperades en aquest àmbit s'han ajornat), i els també bons resultats en el col·lectiu d'estudiants (encara que amb la grandíssima abstenció que és habitual en aquest fonamental sector de la universitat).

     Però el més important no és tot això, sinó quina és la situació de la universitat, quins problemes ha d'afrontar i com fer-ho per a guanyar qualitat i prestigi oferint millor ensenyament, millor recerca i millors serveis. Aquestes qüestions són la qüestió. 

  El primer objectiu probablement ha de ser augmentar el nivell de preparació que obtenen els estudiants, perquè els resultarà útil durant tota la seua vida i repercutirà per a bé de tota la societat. Per a fer-ho seria molt convenient que els mateixos estudiants es responsabilitzaren i implicaren en major mesura en el que fa la universitat, i que augmentaren el seu nivell d'exigència i d’autoexigència. A este objectiu es refereix el primer dels plantejaments del programa electoral del candidat electe. Orientació a l'estudiant, millora dels continguts i capacitats a obtenir dels seus estudis, pràctiques, canvis metodològics en l'ensenyament i aprenentatge, aprendre durant tota la vida. No són merament tòpics. Són qüestions fonamentals i totes són difícils. No s'hi avançarà només amb l'actuació dels integrants de l'equip directiu de la universitat, encara que aquests, indubtablement, hauran de fer coses sobre aquest tema: seran decisives també l'actitud de tota la comunitat universitària, les polítiques generals i les exigències i prioritats de la societat en què vivim.

    Entre les qüestions que afecten el personal docent i investigador podem esmentar, per la seua importància estructural, la renovació de la plantilla, minvada durant anys per l'eixida de personal altament qualificat i experimentat (sobretot per jubilació). Hauran d’oferir-se les necessàries oportunitats de promoció i estabilització als qui fa anys que estan formant-se com a docents i investigadors. No és un problema específic de la Universitat d'Alacant, encara que tinga les seues particularitats, però ha d'afrontar-se tant en els àmbits generals com des dels òrgans de govern universitaris. Ha de millorar-se la plantilla progressivament per a atendre les necessitats actuals i futures de la docència i de la investigació. Cal estudiar, reconèixer i redefinir les obligacions del professorat (aspecte relacionat amb un promès pla de dedicació docent, investigadora i de gestió). Han de simplificar-se els procediments burocràtics o de gestió atribuïts als docents i facilitar-los la dedicació al que per a ells és fonamental, que són precisament les dues funcions atribuïdes a les universitats: la docència i la investigació. Cal ordenar i millorar la situació del personal docent amb vincle laboral (part substancial des de fa anys de l'estructura de personal docent) i del personal específicament investigador, cada vegada més important; a hores d'ara estos dos col·lectius manquen encara de la imprescindible cobertura d'un conveni col·lectiu.

    En matèria de personal d'administració i serveis cal motivar i reconèixer el treball d'este personal, molt necessari en una universitat moderna i amb serioses aspiracions en matèria de qualitat, amb una estructura organitzativa complexa i necessitada permanentment de canvis per a oferir diversos i actualitzats serveis als seus estudiants i a la societat. Cal avançar en la professionalització de la gestió universitària de manera que es garantisca la qualitat i l'adequada quantitat de tals serveis i del suport tècnic i de gestió que requereix la docència i la recerca. Cal revisar, racionalitzar i adequar els procediments, l'organització i els seus llocs de treball, reconèixer les funcions que es realitzen, les necessitats dels serveis o unitats, tenir en compte els canvis ja succeïts i afrontar amb previsió els que vénen.  

    Les eleccions a rector han fet l’ocasió per a tornar a pensar i debatre sobre les necessitats, problemes i aspiracions de la universitat. Però l'esperit crític i la vocació de millora han de ser permanents. Siga l'ocasió, per tant, episodi d'una història que ha de continuar sense caure en la complaença ni en el pessimisme.