jueves, 26 de febrero de 2015

3+2, huelga y dejación de funciones

    Rafa Sirvent


Voy a intentar resumir unas reflexiones propias sobre lo que ocurrió la semana pasada en la Universidad en tres apartados, obviamente conectados.

3+2


Vaya por delante que la aprobación del decreto que permite reducir en un año los grados y aumentar en uno los másteres me parece una equivocación, no, diría más, una aberración muy bien dirigida por las élites de este país; Montserrat Gomendio, actual secretaria de Estado de Educación, ha dejado caer que accede demasiada gente a la universidad y que ésta no es sostenible, que habría que ir caminando hacia el modelo norteamericano.

Si quien manda tiene esas ideas, blanco y en botella. Según sus teorías, debe restringirse el acceso a la universidad. ¿Cómo? Encareciéndola y dando menos becas, así podrá estudiar quien tenga recursos para ello y, en todo caso, aquel alumno muy brillante sin recursos al que se le dejaría pasar. Este ideario choca frontalmente con mi idea y la de mucha, mucha gente, que durante tantos años se ha esforzado porque en España hubiera una universidad pública de calidad y accesible a todo el mundo.

Con el dichoso decreto, elaborado a toda prisa, sin haber evaluado todavía las titulaciones de grado y máster recién implantadas, se encarecerán las matrículas, restringiendo el acceso (como así han dicho que desean hacer), devaluarán unas titulaciones que ya ahora mismo no se sabe a qué nivel están (¿qué es de mejor calidad, una licenciatura, un grado de cuatro años, un grado de tres años? ¿dónde el alumno ha aprendido más?) y hará que las universidades tengan menor financiación pública y deban ir a la busca de dinero privado para subsistir.

En el Consejo de Gobierno del mes de enero, ante la inminente aprobación del decreto, solicité que la UA mantuviera su rechazo al mismo y se coordinara con el resto de universidades públicas valencianas para unirse en el repudio a este sinsentido.

Huelga


Ante la negra situación que se les presenta, veo absolutamente normal que los estudiantes se declaren en huelga (o paro), tanto los de enseñanza secundaria como los actuales universitarios. No podría esperarse menos.

Y haciendo un poquito de abuelo Cebolleta, voy a rememorar mi pasado estudiantil. Fui representante de alumnos desde 1985, estando en segundo de licenciatura. Y participé en pitadas, encierros, sentadas, manifestaciones, etc., contra diversas leyes que atentaban, en su día, contra los derechos de los estudiantes universitarios o de la universidad misma. Hay pruebas de ello. En el libro que conmemora los 35 años de la UA se me puede ver (otra cosa es que se me reconozca, ay, cómo pasan los años), agarrando una pancarta en una gran manifestación en el centro de Alicante (en la foto aparece también mi compañera Olivia).

Y ahí radica la diferencia entre el movimiento estudiantil actual y el de hace décadas. La desmotivación. La comodidad. No hacía falta cerrar puertas, el alumno no acudía a clase, simplemente. Nos sentábamos delante de Rectorado. Y luego se asistía a la manifestación convocada como protesta central y las calles de Alicante se llenaban, bajábamos muchos desde el Campus por toda la carretera de San Vicente hasta el punto de reunión...

Dejación de funciones


Soy directo: apoyo la huelga, pero no que la Universidad deje que se cierren casi todos los accesos en coche (únicamente hay uno abierto, que poca gente conoce). El Rectorado debe velar por el derecho de aquellos alumnos que no quieran hacer huelga (allá ellos), pero también que los trabajadores de la UA (PAS, PDI y empresas externas) no tengan problemas para acceder a su puesto de trabajo. Ni incomodidades. Tener dos jefes de seguridad (DOS) para que se les ordene no hacer nada, es una dejación de funciones del Consejo de Dirección. En el Consejo de Gobierno el presidente de los representantes de alumnos pidió que los docentes no pusieran trabas a los discentes para secundar el paro; a continuación, yo solicité que no hubiera problemas de acceso para nadie. A todo se dijo que sí, incluso se recibió el día antes un comunicado del administrador de correo diciendo ambas cosas, que no se pondrían trabas para la huelga ni para el acceso. Tururú a lo segundo, como siempre. La Universidad no ha garantizado el acceso, ha dejado que los alumnos permitieran el paso que les ha dado la gana, ha "pactado", según Información, un único acceso en coche, del que no se informó al personal. 

Resumen


No al decretazo Wert de 3+2, sí a la huelga de alumnos, no a los impedimentos a quien no desee hacer huelga o a quien no esté convocado a la misma (el personal). Y que conste que yo apoyaría tanto una huelga de personal como un cierre patronal como protesta al decreto, si la Universidad se atreviera. Pero sin piquetes ni puertas cerradas.





4 comentarios:

Adrian dijo...

Tienes razón en tu comentario, sin embargo voy a desviar un poco el tiro y voy a comentar sobre la inutilidad total y absoluta, en esta segunda parte de la legislatura, de las huelgas tal y como se vienen realizando.
Una huelga tiene sentido cuando, acompañada de la oportuna manifestacion, da una fuerte señal a quien gobierna que lo que decid choca con lo que opina mucha gente.
Bien, esa fase se ha realizado en el primer año de legislatura, sin ninguún resultado. El gobierno es herméticamente sordo a la sociedad, y lo ha demostrado ya en muchas ocasiones.
Frente a esta respuesta gubernamental, no tiene sentido seguir con los mismos instrumentos revindicativos. Hay que pasar a otra fase, ser más contundentes y pasar a huelgas de una semana, dos semanas o incluso indefinidas, con sus correspondientes manifestaciones cotidianas en las puertas de los organismos competentes.
De otra manera, nos tragaremos el 3+2 y la LOMCE, como nos tragamos la LOU en su dia, como nos hemos tragado la reforma laboral y la ley mordaza y lo que se proponga la pandilla de trileros que nos gobierna.
Y los sindicatos, motor natural de las movilizaciones, quietos, callados, cómplices.

Anónimo dijo...

Hola Rafa, tienes toda la razón en todo. Lo del nuevo 3+2 es una irresponsabilidad. pro no solamente de las autoridades públicas que lo imponen, sino también del colectivo quien lo aplica como si fuetea cambiar las flores de un jarrón.
No hay palabras para la falta de respeto a todo nivel con esta aplicación, pero todos lo aceptamos con nuestra no-acción.
El análisis que haces por otra parte de los estudiantes y de nosotros mismo es angustian. Una pasividad y una comodidad. Que entre otras siempre tien disculpa, con la cantidad de trabajo obligatoria que tenemos y que cada vez va a más. Pero que se torna normal, el agobio y el no tener tiempo para nada.
Mi percepción de muchos estudiantes es un día de hueva para no venir a clase, peor no para participar. Porque a su vez, ellos van súper cargados de trabajo. Incluso eso también lo comprendo.
Sobrevivimos en una tragedia global, no piense, no se prepare, no respire, no se mueva, pero cumpla con sus obligaciones que cada vez se imponen a mas.
ROM

Anónimo dijo...

Tan mal no salió, en el sentido de que todos los trabajadores pudieron entrar y estuvieron en su puesto de trabajo, ¿no?

Anónimo dijo...

En mi opinión hay un problema de fondo: que las llamadas huelgas de estudiantes, o huelgas de usuarios de los servicios públicos, no sirven para los propósitos que pretenden e incluso pueden ser contraproducentes, pues deterioran la opinión sobre estos servicios públicos. Al gobierno que pretende reducir la oferta pública de educación superior y favorecer la privada, derivando a ella fondos públicos y recursos privados, no le perjudica sino que le beneficia este tipo de acciones, que, por otra parte, son sostenidas por menos del 1% de los estudiantes.
Saludos muy cordiales.